Entrevista en México
Periódico UnomasUno, 1984
Carlos Castaneda, el autor de Las enseñanzas de don Juan, se encuentra en México. El jueves, a las 19:30 horas, conversará con el público en la librería del Fondo de Cultura Económica. Comenzamos por plantearle una duda de muchos lectores: ¿Existe don Juan o es un invento (una creación literaria) de Carlos Castaneda?
"Es el conflicto del lector de Carlos Castaneda, afirma. Hace referencia a su propio conocimiento: ¿Cómo es posible que escriba cosas que no tienen sentido en el mundo cotidiano? La clave de esa reacción es la referencia que uno hace a sí mismo, a lo que uno sabe".
Luego dice: "Don Juan no es un personaje literario, es una persona, que no vive ahora, pero que vivió en el mundo, como tu y yo conocemos el mundo. No habría podido crear un personaje como don Juan, porque no tengo la preparación. Lo que don Juan me dice no es algo que yo pueda improvisar, o extraerlo como una síntesis de mis lecturas. No se puede, es algo diferente".
- Si usted quisiera resumir las enseñanzas de don Juan, o tal vez, destacar su enseñanza más importante ¿cuál sería?
- Lo más importante para mí, en lo que yo podría invertir todo lo que tengo si don Juan estuviera vendiendo algo, es esa premisa que consiste en perder la importancia personal, ese sentimiento de amor propio, el pundonor que nos legaron los antecesores nuestros: la idea de que el yo personal vale tanto.
"Alguna vez yo le pregunté por qué sería tan importante perder el sentimiento de la importancia personal. Don Juan dice que es una cosa muy sencilla: el 90% de nuestra energía está consumida en defender nuestras personas. La idea de él es que no hay razón para tanto esfuerzo. Defender la persona cuesta demasiado y no reporta nada".
Esto es, para Carlos Castaneda, "el punto de articulación de las enseñanzas de don Juan. El quiere crear un ahorro de energía, a fin de que la misma se emplee en algo novedoso".
Este algo novedoso se encuentra en las mismas enseñanzas de Juan Matus. "El está interesado en percibir conjuntos que no tienen ninguna historia en el mundo cotidiano. Por ejemplo, un conjunto nuevo sería ver al hombre como un "huevo luminoso", una masa de energía y no solamente un cuerpo sólido. Esto le da al indio brujo una ventaja extraordinaria, que está vedada para nosotros. ¿Por qué - dice - es que nosotros no estamos interesados en la percepción?"
"Cuando me preguntó eso - relata Castaneda - yo le aseguré que estaba interesadísimo en la percepción, lo cual no era cierto, desde luego, porque el único interés que tengo yo, como hombre occidental, es en el significado, en la epistemología, de un modo u otro. De ahí que buscaba yo nuevos significados, y yo les llamo nuevos rumbos".
- ¿Tienen que ver los nuevos rumbos con la realidad aparte de don Juan?
- La realidad aparte es en la realidad total de don Juan, porque él no está interesado en los nuevos rumbos o significados, que es un manejo intelectual. El está interesado en una búsqueda de unidades de percepción nuevas, que no tienen historia, como por ejemplo el ver a la muerte, a la muerte que nos deshace inexorablemente. Como occidentales intuimos pero no vemos ala muerte. Y al fin de cuentas, no nos interesa, porque (decía don Juan) no nos interesa la vida.
En el prólogo a la primera edición en español de Las enseñanzas de don Juan (Colección Popular del FCE, 1974) Octavio Paz escribe: " ...las creencias de don Juan han alimentado y enriquecido la sensibilidad y la imaginación de los indios desde hace varios miles de años". Acerca de las culturas indígenas de México, Carlos Castaneda nos dice que "por supuesto, es la herencia del país. Don Juan es México, el México puro, el México antiguo".
"En este momento - añade - hay en el país cantidad de gente que está envuelta en la misma búsqueda de don Juan. El me dejó explicar su conocimiento en mis libros. En este momento yo trabajo en el norte de México, con gente que son sus estudiantes, que son sus herederos".
"Lo que es importantísimo - subraya Castaneda - es que cuando llega el español le quita al indígena las libertades visibles. El español deja al indígena sin nada, un paria total".
"Lo que le queda a don Juan, y a los indígenas como él, es encararse con la libertad total, que no tiene nada que ver con las libertades políticas, ideológicas, o con el derecho a la felicidad y al bienestar".
Castaneda explica que la libertad total "tiene que ver con el encararse con la realidad ineluctable, la muerte, la disolución del ser, de la conciencia. Don Juan quiere ser libre, una libertad completa. No quiere morirse como se muere el hombre cotidiano. Dice que él quiere convertirse en conciencia total".
Hay dos palabras, en el habla de Juan Matus, que vale la pena explicar - le decimos a Castaneda -: ver y poder.
"Don Juan dice que toda la energía con la que nosotros podemos contar ya está distribuida. De ahí que no podamos romper la hegemonía de la percepción, y cuando nos encontramos con un brujo creemos habernos topado con un hombre incoherente, porque no está usando la energía disponible como nosotros lo hacemos".
"Entonces para poder disponer de energía, ya que toda está distribuida, tenemos que ahorrarla, y para él hay un único modo de hacerlo: deshacernos de aquello que no reporta nada. Y ese aquello es la importancia del yo personal". El planteamiento es que "si se pudiera ahorrar esa energía, habría suficiente capacidad para percibir esa otra realidad, esa realidad aparte y, sobre todo, habría suficiente energía para percibir el regalo del conocimiento total".
Castaneda explica entonces el poder. "Es haber ahorrado esa energía que le permite a uno entrar en áreas de percepción inconcebibles. El hombre de poder es el que puede entrar en mundos de percepción inconcebibles para el que no ha podido ahorrar energía, para aquellos que han empleado toda su energía en defender sus personas".
"Si tu dejaras de sentirte tan importante - comenta, para dejar clara la idea - serías invulnerable. ¿Qué te podrían hacer? Lo que nos hiere es que nos acusen, o nos ataquen en el amor propio. Uno hace lo mejor que puede, eso es indiscutible, pero jamás se puede uno tomar tan en serio. Ese es el secreto, ahí está, a lo mejor lo agarramos muy bien".
Castaneda define su actitud cuando dice: "No quiero la fama o la riqueza, sino expresar, de la manera más simple, lo que don Juan me enseñó".
Nos habla de su libro más reciente, el séptimo, que ya circula en los Estados Unidos con un título que podría traducirse como El fuego interno. Su autor cuenta que a la editora estadounidense no le gustó el título original, con el que, muy probablemente, aparecerá en español: Los guerreros de la libertad total. "Lo que quiero hacer es presentar un bosquejo, una especie de introducción a las tres maestrías que constituyen el conocimiento ancestral del indígena mexicano: la maestría de la percepción, la del Intento y la de lo que llaman el acecho".
"Esta última maestría es el arte de vivir en el mundo cotidiano de la mejor manera posible. La maestría del Intento es el arte de Intentar relacionarnos con la fuerza que nos sustenta, porque hay algo que nos sustenta, que nos da energía y, por supuesto, la maestría de la percepción es el arte de la conciencia".
En cuanto a la afirmación de que toda nuestra energía la usamos para destacar la importancia del yo personal, le comentamos la existencia de personas muy apartadas de esta idea: las que se entregan a una causa popular, social. "Me imagino que sí, dice, por lo que sé de la historia". A propósito, afirma que "cada uno de los grandes líderes contemporáneos son unos maniáticos desesperantes. Napoleón, por ejemplo, que contribuyó enormidades a nuestro modo de pensar, Hitler... y lee las memorias de Freud, es una cosa desesperante..."
No estamos conformes, insistimos que hablamos de personas entregadas a una causa popular, social, como Miguel Hidalgo o Emiliano Zapata. Carlos Castaneda se pone de pie sin hacerlo.
"Esa es otra cosa, tienen el pellejo diferente. Hay allí otro tenor ancestral, otro gene. Esa gente está más cercana a don Juan que los líderes europeos. Es otra sentimentalidad".
Javier Molina.
Periódico Uno Más Uno Junio 1984
5 Comments:
Alma: Las patrañas de Castaneda (perdón por el ir tan directo al grano) obnubilaron a toda una generación después de la publicación de "Las enseñanzas de don Juan". Confieso que no las he leído, aunque he leído aproximaciones a ellas. Lo que me parece cierto es que las alteraciones de conciencia de las que habla Castaneda son la única explicación a todo lo demás. Es curioso, pero este pseudo-filósofo, pseudo-físico, pseudo-docente habla de realidades inaccesibles, pero quiere adosarles justamente el carácter de realidad. Supone realidades que él encontró en su mente. ¿Qué te hace pensar que no salen de ella? Por otra parte, hay una constante en su prédica y también en las de la Nueva Era en general: la supuesta "necesidad" de escapar de "esta" (cuál otra) realidad. En mi opinión, esta realidad (si entendemos por ella al mundo, al universo físico al que accedemos desde hace años) es todavía lo bastante asombroso como para querer negarlo a partir de inventos, seguramente menos majestuosos. La sola posibilidad de investigar un agujero negro, un quásar (¿sabés? Están tan lejos que la luz que nos llega de ellos fue emitida antes de que la Tierra se formara tal como la conocemos hoy. ¿No es también interesante), la posibilidad de que el universo vaya a contraerse y las causas estén antes que los efectos es todavía más fabuloso que una alucinación. Me parece. Un beso.
Fernando
P.D.: Esto va sin ironías: me encanta leer lo tuyo, y disentir con vos. Me ayuda a pensar. También a dudar, no creás que no.
No siempre un mismo discurso se puede aplicar a cualquier circunstancia...y menos con tan "Importantes" argumentos...
De cualquier modo, lo que expones, no tiene mucho que ver con lo que sale del Lápiz de Castaneda, a menos que encontrases el "cuaderno perdido"...me imagino el título:
"Defendiendo mi bandera". Creo que no lo editaron porque al parecer era muy pesado
:)))
Alma: el que no quiere resultar pesado soy yo. Prometo no opinar y disentir tanto con vos. Voy a pasar por tu acera, pero no voy golpear la puerta, ¿OK?. Un beso.
jajajaj...y ahora te ofendes!
ves de eso sí habla Carlitos.
;)
Alma: ¡No estoy ofendido! ¡Para nada! Ni siquiera con tu carcajada. En serio: es sólo que pensé "Esta muchacha, cada vez que ve mi nombre debe de fastidiarse". ¿Es verdad? ¿Te molestaba al menos un poquitín? Tal vez estoy sobrevalorando mi capacidad de molestar. Igual, ¿de veras creíste que me había ofendido? ¿Tal vez estamos ambos, entonces, sobrevalorando nuestra capacidad de fastidiar? Un beso sincero.
Fernando
Publicar un comentario
<< Home